Vos estabas tan pequeña. No podías dimensionar lo que te estaba ocurriendo.
Todo parecía ser un juego normal del que disfrutan los niños al esconderse. Vos no lo provocaste; alguien se aprovechó de tu inocencia para implantarte el recuerdo que más te ha hecho llorar.
Te fuiste asustada a tu cuarto, temblando…sin comprender del todo lo que acababa de suceder y, al mismo tiempo, percibiendo que algo en vos se acababa de romper para siempre. ¿Cómo ibas a saberlo? No encontrabas razones para creer que alguien podría abusar de vos. El único culpable es el que te hizo daño.
Lo que pasó no fue tu culpa. Vos no pediste que te pasara esto cuando eras niña y tu familia jamás hubiera deseado que sucediera.