Hace poco me llegó un hermoso recuerdo de la infancia, de esos en los que uno quiere perderse para siempre. Me puse a pensar en todo lo que viví, y de lo que mejor tengo memoria, tiene que ver con momentos felices y no con cosas que tuve.
Para todos los que son padres: los hijos cuando crezcan van a recordar esto, lo que realmente importa, lo que se guarda en el corazón y provoca una sonrisa durante el resto de la vida.
Estos son solo algunos de los miles de recuerdos de bellos momentos que tengo:
- Los cuentos que mi mamá nos leía antes de dormirnos.
- Los cuatro hermanos sentados en el cuarto de mis papás para ver «Los videos más divertidos de América» con Bob Saget y llorar de la risa juntos.
- Todos los sábados por la mañana cuando iba a hacer compras con mi papá, y el pastelito que nos comíamos en una panadería en San José.
- En el mes de diciembre, cuando íbamos a dar una vuelta en carro para ver las casas decoradas de Navidad y las luces que adornaban el Paseo Colón.
- Las sorpresas pequeñas que mis padres nos daban; como una cajita con lapiceros de colores, comprada en un bazar.
- Las bolas de arena que construíamos en la playa, y el concurso que ganaba el que tuviera la pelota más tiempo sin deshacerse mientras nos consumíamos en el mar.
- Cuando mi mamá hacía empanadas, creaba unas versiones especiales para mi hermana y para mí: las mini empanaditas y bolitas de masa.
- Abrir un baúl celeste en donde mami guarda todas las cartas y postales que le hemos dado en tantísimos Día de la Madre. Encontrarme en la gaveta de la mesa de noche de papi exactamente lo mismo: hojas y dibujitos con letra incipiente que dice «papá te amo».
- El día en que después de muchas horas de una paciencia inagotable me di cuenta de que mi mamá ya no iba corriendo detrás de mí mientras sujetaba el asiento…¡me había soltado, aprendí a andar en bicicleta!..fue en un parque del barrio al que le llamábamos «el parque del hongo».
- La primera flor que alguien me regaló en mi vida, me la dio mi papá.
- Hacer galletas navideñas, decorarlas, pintarlas, hornearlas y comerlas mientras escuchábamos villancicos.
- Las sopas de letras…no era usual que mi mamá nos diera esto de cenar, pero para nosotros era tan divertido comer y formar palabras, que algunas veces accedía.
- Las compresas de agua helada que bajaban mágicamente la fiebre más alta.
- El olor en la cocina por alguna de nuestras comidas favoritas.
- Los besos de buenas noches, los abrazos diarios, las palabras positivas, las lágrimas enjugadas, las cien millones de veces que perdonaron nuestras fallas.
- El valioso tiempo que ambos nos dedicaron, su presencia en los aspectos más importantes de cada etapa. Voltearme en medio de un acto importante en el gimnasio de la escuela y verlos en primera fila sonriendo…esa sonrisa de papá y mamá orgullosos que nos transmitía confianza, seguridad y protección. Los halagos cuando hacíamos algo bueno y las lecciones de amor. Sí, especialmente eso: tiempo y amor.
¿Cuáles recuerdos cree usted que su hijo está conservando? ¿Serán tantos, como para que ellos puedan escribirlos y nunca terminar de nombrarlos?
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